La profesora jubilada de la Escuela de Estudios Literarios Carmiña Navia reseña el libro "Allende el mar", la nueva publicación del profesor Oscar Osorio, que recoje las crónicas escritas gracias a una beca otorgada al docente e investigador.
Tomado de Aurora Boreal
Con Allende el mar, recientemente publicado en el sello TusQuets, Óscar Osorio deja muy en alto el lugar de la crónica en el país y en Latinoamérica. La crónica, ese género híbrido que, ciñéndose estrictamente a la verdad, construye historias en los mismos términos de la ficción, es una práctica que va en aumento en Occidente o por lo menos en el mundo hispanoparlante. Hace parte de lo que llamaríamos el periodismo literario y es en últimas una manera placentera y estética de acercarnos a diferentes realidades. Hace parte igualmente de esa rebelión contra las “barreras genéricas rígidas” que irrumpe en la escritura hace ya algunos años.
allende el mar 350El panorama que nos brinda el texto de Osorio es espléndido: 10 crónicas distintas que nos abren la puerta a vidas cotidianas, a sentires y afectos, a conflictos y amores, a carencias y búsquedas, a frustraciones y realizaciones. Ya el autor había explorado esta escritura (del otro lado de la realidad) en su obra: La mirada de los condenados en el 2003. En este caso nos entrega un verdadero abanico de colores sobre los caminos de sectores amplios y diversos en nuestras sociedades. Después de su lectura se ha ampliado realmente el conocimiento que podamos tener de este país. Además de crónica, asistimos a verdaderas “historias de vida”, lo que lo coloca igualmente en parámetros más amplios.
A mi juicio uno de los mayores logros de este trabajo, que lo hace muy importante y significativo es la construcción de la voz narrativa. El autor decide narrar estas historias -estos trechos de vida- en primera persona. Eso lo obliga a generar 10 voces narrativas muy distintas porque cada uno de los y las protagonistas (que no podemos olvidar que son interlocutores del autor) es diferente, y su credibilidad y verosimilitud depende precisamente de lo lograda o no de esa diferencia. Y no queda ninguna duda de que esa diferencia de voces está conseguida exitosamente al ciento por uno. Como lectores y lectoras tenemos que adecuarnos al cabo de pocas páginas no sólo a otro paisaje, sino también a otra conciencia.
En este sentido, y abusando un poco de la propuesta crítica de Bajtin, podemos decir que el texto que tenemos entre manos es polifónico porque en él habitan distintas voces y conciencias. Y esto se logra por el trabajo narrativo de Osorio que perfila diez mundos diferentes, diez arraigos reales, diez tramas seductoras.
Con la lectura total del trabajo entramos a mundos diversos de Colombia. Es cierto que pueden hilvanarse como dice su nombre “allende el mar”, por una realidad que hoy resulta aplastante: la migración en sus múltiples caras: sus causas, consecuencias, sus dolores y salidas al otro lado… sin embargo la obra va mucho más allá y deja ver en el “entrevistador” una inmensa sensibilidad hacia las muchas caras del sufrimiento humano. Sufrimiento que se recoge con profundo respeto y solidaridad.
Se trata de una reflexión sobre la vida misma en diferentes circunstancias y momentos. Como la vida en sí, estas historias se desenlazan unas veces bien, otras no tanto y otras definitivamente mal. Desde mi percepción, los casos masculinos tienen en general mejores opciones de horizontes abiertos y los casos femeninos, especialmente alguno, permanecen cerrados y sin horizonte. Las voces femeninas, particularmente la de la historia titulada “Una inmensa tristeza” son definitivamente un logro impecable, las miradas de mujer están conseguidas maravillosamente.
El último relato: una voz trans, quizás la más difícil, me deja interrogantes. Yo al menos, no sospeché esa ambigüedad hasta el final… y, no obstante, devolviéndose se puede encontrar alguna pista. ¿Logra al final su ubicación? pareciera que sí… y, sin embargo, al terminar la historia, a pesar de las afirmaciones de la/el protagonista, el dejo que me queda es de tristeza. También se acerca el texto a lo que a mi juicio es la voz-mirada-conciencia de “un loco”. ¿Enloqueció por drogas? ¿Portaba desde siempre un desequilibrio sin diagnóstico? En cualquier caso, “El primo de Jesucristo” nos asoma a otros mundos, a otros derroteros que quedan anunciados quizás por explorarse.
Celebro la llegada de este libro a nuestro panorama literario y recomiendo su lectura que se puede hacer seguidamente o por trechos pequeños, creo que apunta a futuros prometedores en la escritura de esta Cali que, además de la salsa, se ha inscrito tradicionalmente en búsquedas literarias y culturales muy valiosas que muchas veces se oscurecen por el ruido ensordecedor de la rumba y de los olores del polvo blanco.