La universidad parecía dormida. La entrada peatonal de la Pasoancho, los pasillos de la biblioteca, la cafetería central y en bajos de Ciencias; todos aquellos lugares donde el vaivén de palabras apenas dejaba lugar para otros sonidos, replicaban en el vacío los ecos de los escasos transeúntes, los pocos que podían circular en medio de las duras restricciones de la pandemia. Sin embargo, un murmullo de voces alcanzaba a escapar en el edificio E20 de la Universidad. A través de resquicios, se podía ver el movimiento de unas batas blancas entre cajas de petri y mirillas de microscopios. ¡Los laboratorios siguieron activos!
Al igual que los investigadores del Departamento de Biología, decenas de equipos de trabajo de la Universidad del Valle se movían como engranajes secretos de un reloj que, a pesar de su aparente quietud, seguía en funcionamiento.
Como una celebración de ese trabajo, la Vicerrectoría de Investigaciones entregó un reconocimiento a 14 inventores que, con la constancia de minero busca entre la montaña una veta de oro, obtuvieron patentes entre los años 2019 y 2022. A continuación mencionaremos algunos trabajos que llegaron a esta fase de desarrollo.
La cura de la doctora corazón
Paula Andrea Neuta Arciniegas, docente de la Facultad de Salud e investigadora del grupo de Medicina Regenerativa, ha logrado una solución para corazones lastimados no por una pena o desamor, sino por una de las lesiones que más afectan los tejidos cardíacos: los infartos.
Cuando el corazón se detiene, mueren algunas células cardíacas por falta de oxígeno y queda una herida que, al igual que cualquier otra, sana con una cicatriz. Este nuevo tejido, más duro que el músculo, no tiene conducción eléctrica y no se contrae con facilidad, por eso la capacidad del corazón para bombear sangre comienza a fallar.
La profesora Neuta observó que, si bien el paciente era estabilizado y se trataba con medicación, el problema no se resolvía y, como consecuencia, la deficiente irrigación sanguínea agrava progresivamente su enfermedad hasta configurarse una insuficiencia cardíaca crónica. En ese sentido, pensó en cambiar la forma en que el corazón reemplaza el tejido dañado ¡con células nuevas!
“Desarrollamos una “curita” muy fina que contiene células con capacidad de integrarse al corazón: miocardiocitos. Nosotros la pegamos sobre la superficie y estas células migran para suplir la función de contracción cardíaca de la forma más cercana posible a la normalidad”, detalló la inventora.
El implante de miocardiocitos es un proyecto del Grupo de Medicina Regenerativa desarrollado por la profesora Neuta en compañía del investigador Óscar Gutiérrez durante diez años. En ese trasegar, han pasado por la fase de identificación de las células idóneas para insertarse en el corazón, la selección del biomaterial para el implante y la fase experimental en ratas. Su próximo objetivo: el ensayo clínico y la fase de estudio en humanos.
La madera del futuro
Ni plantas ni animales. En su mundo plagado de millares de formas y colores, los hongos se establecieron en un reino aparte tan desconocido para la ciencia que, de las 300 mil especies que se calcula existen en Colombia, solo se han catalogado unas 7 mil. En ese universo ignoto, la profesora Ana Cristina Bolaños Rojas ha establecido su interés de estudio.
Durante su experiencia de observación de hongos comestibles, endófitos (que conviven con las plantas sin dañarlas) y entomopatógenos (que enferman gravemente a los insectos huéspedes) descubrió un grupo de hongos capaces de producir unos filamentos que abrazan las partículas derivadas de algunas plantas, en su mayoría leñosas, para formar aglomerados de madera sin el uso de resinas químicas y con mayor calidad a los producidos actualmente por la industria.
“Los hongos se transforman en trabajadores que producen aglomerados de madera, tal como lo harían las resinas químicas pero de manera natural, sin el uso de estos productos contaminantes. Con los objetivos de cuidado del medio ambiente, debemos plantearnos desafíos desde la investigación para producir insumos de manera más responsable. Es allí donde la invención del biocompuesto, más eficiente y cuidadoso del medio ambiente, entra en acción”, narró la profesora Alba Marina Torres, directora de Posgrados de la Facultad de Ciencias Naturales y Exactas, sobre una de las patentes bandera de la institución.