Menos potencia para reducir el campo electromagnético de las antenas de los radio operadores de telefonía celular en la ciudad con el fin de reducir los riesgos de contraer enfermedades como el cáncer, pidió el investigador Fabio Guerrero, catedrático asociado de Telecomunicaciones de la Universidad del Valle.
Aunque Guerrero dijo que “el Gobierno está cumpliendo con las mediciones de radiación y los límites en Cali están por debajo de los establecidos por la OMS, es necesaria la medida porque estudios recientes señalan que una exposición constante a estas podrían generar riesgos”.
Según el educador, “en 2014 el Departamento de Oncología del Hospital Universitario de Suecia encontró que el uso continuado de teléfonos inalámbricos o celulares tiene un riesgo potencial de causar cáncer especialmente en niños y adolescentes”.
Guerrero aclaró que, como las antenas envían la señal desde la estación base al celular, es previsible que si se está cerca de una antena de transmisión existan riesgos para la salud”.
De hecho, debido a las constantes quejas de los caleños por el establecimiento de estas antenas en puntos residenciales de la ciudad, la actual Subdirección de Ordenamiento Urbanístico de la capital del Valle investiga anomalías en la instalación de 177 estructuras.
Guerrero aclaró que las antenas de telefonía celular, en cualquier parte del mundo, suponen tres tipos de problema: jurídico, médico y técnico.
Problema jurídico
En lo jurídico dijo que la ley ordena al gobierno, a través de la Agencia Nacional del Espectro (ANE), hacer mediciones de la intensidad de campo electromagnético debido a las radiaciones que producen los emisores de las radiofrecuencias.
Según el profesor Guerrero, “el gobierno cuenta con una red de censado a través de la cual se pueden verificar los niveles de radiación en los puntos de monitoreo que tiene el gobierno en todo el país”.
“No son todos los puntos de medición que uno desearía”, precisó el especialista, pero “se ha encontrado que los niveles de exposición electromagnética, en términos generales, son seguros”. En Cali hay diez sitios de monitoreo administrados por la ANE.
Guerrero dijo, sin embargo, que para determinar los límites de seguridad hay unas normas: “El país cuenta con unas leyes sincronizadas con la normatividad internacional, que sigue el consenso internacional. En este tema el consenso lo dictamina la OMS”.
Según la actual legislación, las mediciones indican que Cali está por debajo, y en otros casos muy por debajo de la línea considerada riesgosa. “En casi todos los casos siempre estamos por debajo. En Cali hay estaciones con índices del 30%; en general están entre el 10% y el 15%”.
Por eso Guerrero señaló que las personas que quieran entablar una querella jurídica contra los operadores móviles la tienen muy difícil: “Desde el punto de vista de la norma están cumpliendo con la ley. Las mediciones muestran que se está por debajo de lo que dice la norma”.
Problema médico
Por el lado médico, en cambio, el asunto resulta diferente. En 2014, un estudio del Departamento de Oncología del Hospital Universitario de Suecia encontró que hay una relación de riesgo de cáncer por el uso continuado de teléfonos celulares e inalámbricos.
Según Guerrero, el problema se acentúa en niños y adolescentes “porque los niños tienen un cráneo más delgado y pequeño, y la conductividad en ellos es más alta. Eso hace que el riesgo en menores de edad y adolescentes sea mayor”.
El investigador sostiene que las mediciones se hicieron sobre el uso continuado de teléfonos móviles celulares, sobre todo de teléfonos considerados de tercera y cuarta generación. “Los más riesgosos son los smartphones”, señala Guerrero; “así que es una mala idea que los menores de edad los empleen de manera continua, pues está claro que existe una relación de su uso con el glioma”, cáncer producido por este tipo de radiación afectando el nervio auditivo.
De ahí –aclara- que en sus conclusiones el estudio sueco advierta a la OMS la necesidad de revisar urgentemente los límites seguros de la radiación, pues “si el uso continuado de móviles genera riesgo de cáncer, qué podría pensarse de una estación base de celulares”.
Problema de ingeniería
Además del jurídico y el médico-científico, el tema de las antenas tiene un componente adicional: el referente a la ingeniería. Guerrero aborda el tema radioeléctrico con la analogía de la bombilla gigante para iluminar un cuarto grande.
“Usted tiene dos formas de iluminar un gran salón”, advierte el investigador. “La primera es poner una gran bombilla que genera mucho calor. Los que estén cerca a esa bombilla sentirán más calor que los que estén retirados debido a su cercanía con la fuente de radiación”.
La segunda alternativa es utilizar un conjunto de pequeñas bombillas, generadoras de poca radiación comparada con la gran bombilla, pero que en promedio tienen igual de iluminado el cuarto. Eso quiere decir que si usted está cerca a una de estas pequeñas bombillas tendrá menos riesgo de calentarse que estando cerca a una gran bombilla.
“Es un principio de ingeniería básico de telecomunicaciones”, sostiene Guerrero; “así que la alternativa que tienen los operadores de telefonía celular es instalar más antenas en la ciudad con una menor potencia”.
El investigador afirma que este método ya está en aplicación en estaciones de Metro de grandes capitales de países desarrollados: “Emplean pequeñas antenas, que es el mismo principio del bombillo chico que ilumina el gran salón”.
Que sean pequeñas antenas tiene una justificación. Guerrero afirma que una estación base puede transmitir con 10 vatios de potencia, mientras que un teléfono móvil lo hace con 100 milivatios. “La potencia con la que transmite una antena celular es 100 veces mayor que la de un celular”, aclara.
“Ahí viene el problema de la distancia”, precisa el experto univalluno. “Eso quiere decir que si usted está de manera continua y muy cerca de una fuente que es cien veces más poderosa que la radiación de un celular, es lógico que va a tener un gran riesgo”.
Guerrero afirma que saber cuál es la distancia adecuada a una estación base es la pregunta del millón: “Eso es un tema que aún está por determinarse –la telefonía celular es muy reciente–, pero está claro que vivir cerca no es una buena idea”.
Según Guerrero, la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), organismo de Naciones Unidas encargado de regular las telecomunicaciones a nivel internacional, está en mora de sacar las regulaciones de distancia. “No existen básicamente porque es un problema nuevo”, aclara.
“Debería haber una regulación a través de una ley que diga cuál es la distancia mínima a la que deben estar las zonas urbanas de estas antenas”, señala Guerrero. “Eso depende del tamaño de la radiación de las estaciones base; no todas transmiten con la misma potencia”.
“Si los operadores utilizan antenas de menor tamaño, obviamente su potencia va a reducirse y será necesario tener más estaciones base en las ciudades para garantizar un buen servicio”, sostiene el investigador.
Para bajar la alarma sobre el particular, aclara que en las casas con wi-fi, sin darnos cuenta, hay una antena. “El wi-fi es una mini estación base, y es tan pequeña su potencia que se considera inofensiva. El problema es cuando la tenemos pegada al cuerpo durante mucho tiempo”.
La propuesta de Guerrero es que el gobierno regule las distancias de las antenas hacia la gente y que se reduzca su potencia instalada. “Es necesario que se promueva el uso de estaciones base de menor potencia. Es una recomendación a los operadores de telefonía celular”.
Como ejemplo crítico de lo que es exponerse a radiofrecuencias altas, menciona el horno microondas. “Conocí el caso de una niña que accidentalmente metió su brazo en el horno encendido y la quemada fue brutal”.
Para el profesor de la Universidad del Valle, la OMS debe modificar los límites. “Al modificarse los límites, la legislación colombiana debe hacerlo también, y nos vamos a encontrar con sitios en los que, de seguro, estamos por encima del nuevo límite”.
Inmediatamente –asegura– los operadores tendrán que disminuir la potencia de sus antenas, ya sea pasándose a antenas más pequeñas o disminuyendo la potencia de las actuales, de lo contrario estarían violando la nueva reglamentación.
En Cali, sostiene Guerrero, las bases transmisoras podrían instalarse en zonas montañosas, pero con las áreas de riesgo bien demarcadas, aunque sostiene que “solo bastaría bajar los límites de radiación y con eso toda la industria se movería a ajustarse a las nuevas disposiciones”.
El tema –concluye- no es para plantearlo entre buenos y malos. “No se trata de echar la industria del celular a las llamas, como en una nueva Inquisición. “Podrían pedirle a la Academia que investigue para determinar, por ejemplo, cuál es la distancia segura para la salud a la que deben estar los seres humanos de las antenas”.