Lo que pasa en la U

Una conversación con Alfredo Molano

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Viernes, 24 Abril 2015
Agencia de Noticias Univalle

La cita estaba programada para los 2 de la tarde en el auditorio 5 de la Universidad del Valle. El horario se fue prolongando: por las fotos, los autógrafos, los saludos efusivos, los recuerdos, los aplausos, el chiste suelto sobre los zapatos blancos, como de bailarín, con los que llegó.

Golpeado por una afonía súbita y haciendo un gran esfuerzo, Alfredo Molano Bravo, sociólogo, escritor, profesor y columnista de El Espectador, por fin fue presentado. El listado de premios, condecoraciones, intervenciones, libros y trabajos parecían alargar más la expectativa.

Al final le llegó el turno. Lo hizo con desparpajo, rompiendo el hielo, burlándose de sí mismo. Como siempre. Ante un auditorio abarrotado, joven, ávido de respuestas, delirante y agradecido por tanta sinceridad. Una sinceridad que asusta.

Porque Molano, conocedor de los intríngulis de la política colombiana desde hace más de tres décadas, dejó en el ambiente la pregunta de si en realidad en el país se está cociendo tras bambalinas un golpe de Estado.

Fue invitado por la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU) y el movimiento Marcha Patriótica para un conversatorio sobre “Orígenes e historia del conflicto social y armado en Colombia”. Pero acabó hablando de lo que se habla en los cafés, en las esquinas, en los medios: el conflicto, la paz, la guerra, la sinsalida, la barbarie.

¿Le parece de verdad que se está cocinando un golpe de estado en los cuarteles?

Yo lo que dije y sigo diciendo es que hay ruido de sables que es una forma de chantajear al gobierno con la posibilidad de un golpe. Seguramente, no sé, no hay un clima internacional para hacerlo, no hay un clima nacional, pero es una amenaza que puede rendir frutos para complicar y limitar los desarrollos de las negociaciones de La Habana.

El Centro Democrático si tiene la fuerza para conducir un golpe de Estado?

Propiamente él no creo que tenga la fuerza para llevarnos a un golpe militar, pero sí tiene la fuerza para influir en el Ejército, y eso se está viendo. El Ejército mismo está con el ojo abierto institucionalmente para evitarlo. Las sanciones que ha habido y ciertos síntomas, digamos de reproche a manifestaciones políticas por parte de algunos de sus miembros, manifiestan que sí tiene eco el discurso de Uribe dentro de las Fuerzas Armadas, y eso es peligroso. Indudablemente.

Hay muchas versiones de lo que pasó en Buenos Aires (Cauca) ¿En realidad qué pasó?

Yo sé que hubo operaciones militares previas. Ha habido enfrentamientos en la zona. Allí murió, recordemos, Alfonso Cano. O sea, el Ejército no puede desconocer que esa es una zona guerrillera de alta complejidad, una zona súper roja. Yo creo que hubo una improvisación por parte del Ejército al entrar y permanecer 15 a 20 días sin apoyo aéreo, sin cordones de seguridad, sin anillos, desplegando en un solo grupo a un gran número de soldados profesionales. No parece haber habido reacción. Los mataron dormidos.

Se habla de una gran marcha contra las FARC para el 5 de mayo ¿Cuál es el temor a esa marcha?

Que se movilice medio país contra las FARC y eso le quite capital político al gobierno en el marco de los diálogos de paz de La Habana.

¿Estamos entrando en una etapa difícil del proceso de paz?

Sí, está en una situación difícil. Está en vilo. Me parece que el presidente Juan Manuel Santos tendrá que pagar un costo muy alto para sostenerlo. Ahora, que sea reversible o no depende de la reacción de la ciudadanía, de la opinión pública, para defender los avances que se han logrado o entregar eso que se ha logrado a la derecha.

¿No fue torpeza de las FARC el ataque a los soldados en el Cauca?

Pues las FARC venían diciendo hacía rato que en ese lugar había hostilidades, hostigamientos, agresiones; quizá han pisado la cascarita en un mal momento, desgraciado momento, para el proceso de paz y para el país.

¿Qué le produjo el discurso de Fernando Vallejo contra las FARC?

No dijo nada nuevo. Lo que pasa es que lo dijo de una manera vulgar, de una manera agresiva y violenta. Vallejo se erige en juez de todo lo que existe en el país y reclama sangre, reclama lo que justamente hoy está reclamando un sector de la opinión pública: sangre, muerte, talegos llenos de restos. Es lo que reclama él y muchos para calmar esta brutal agresión que se está viviendo en este momento por parte de la extrema derecha.

¿La Constituyente para refrendar los acuerdos de La Habana no es un riesgo?

Puede ser. Yo creo que el gran debate va estar ahí, pasa por ahí. Digamos que pasa por la convocatoria y llega a la Asamblea Constituyente. Me parece, sin embargo, que es un escenario de todas maneras político, democrático, que vale la pena jugar y que el país tarde o temprano tendrá que aceptar porque de otra manera no va a resolver los problemas que están planteados y que quedan fuera de la mesa de negociaciones.

¿Cómo desempantanar el proceso de paz en este momento?

Tengo que decir primero que el presidente Santos ha sido valiente en la posición de continuar los diálogos. Otro Presidente, en otra perspectiva, ya hubiera echado para atrás. Hay que ver que la oposición tiene 6 millones de votos, y que persistir en la mesa de diálogos es un acto valeroso. Yo creo que el tiempo va curando las cosas. Creo que habrán arañazos, muestra de dientes, empujones a la salida de la mesa, pero igualmente las dos partes están dispuestas a aguantar y esa es la esperanza que tenemos los colombianos que buscamos la democracia.

¿Cierto sector de la población teme que retornen los magnicidios de los 80?

Podría ocurrir, pero si hay magnicidios, si empiezan de nuevo a matar figuras de la política pues vamos a tener una guerra civil, de verdad. El palo no está pa´ cucharas tampoco.

¿Ese es el verdadero peligro ahora?

Creo que si el gobierno no interviene de manera radical esos movimientos que hay subterráneos, va ser peligroso, se va a correr el riesgo de que las cosas se compliquen mucho más de lo que se complicaron con la Unión Patriótica.

¿Están dentro del Ejército esos movimientos, el Ejército está dividido frente a la propuesta del Presidente?

No están totalmente divididos, pero hay tendencias. Hay manzanas podridas y manzanas sanas.

¿Cómo visualiza el posconflicto en el país?

Como un acto de movilización de masas a favor y en contra, pero democrático.

¿Qué camino podría seguir el posconflicto?

Hay que estudiar el nacimiento y desarrollo de los grupos paramilitares para saber qué fuerzas están allí todavía, qué fuerzas continúan con vida; qué fuerzas podrían movilizar a grupos armados y grupos contra insurgentes contra los desarrollos pacíficos de la política salida de La Habana.

¿Quienes quieren continuar con esta guerra?

Hay muchos sectores. Los militares como gremio son los grandes beneficiados de la guerra. Los contratistas que tienen negocios con ellos, los que les venden productos y ellos en sí porque tienen todo tipo de sueldos y sobre-sueldos y requete-sueldos. Naturalmente que ellos serían los primeros perjudicados con un arreglo de paz, porque el arreglo de paz a la larga tiene que disminuir el Ejército, porque para eso es. La guerra civil de los Mil Días, recuerde, también terminó en eso. Terminó en que el Ejército de 20 mil miembros el general Rafael Reyes lo redujo a 5 mil.

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