Mientras en Europa se teme la proliferación de los movimientos anti-islámicos, esta situación podría superarse si tuviéramos en cuenta, que el mundo Islam es el “Oriente de Occidente”, mirándolo desde el contexto mediterráneo.
Esto dijo Francisco O’Reilly, doctor en Filosofía de la Universidad de Navarra España, y profesor en la Universidad de Montevideo, Uruguay, durante el Seminario "La transformación de la teoría aristotélica del alma en la edad media", organizado por el Departamento de Filosofía de Univalle.
O’Reilly habló sobre la paradoja actual en la que vemos el Occidente en oposición con Oriente, a raíz de los acontecimientos de los yihadistas.
La paradoja estriba en que en algunas ocasiones hablamos despectivamente de la Edad Media, como algo anacrónico, sin tener en cuenta que en esa época la tendencia era más hacia la comunión de saberes por encima de cualquier conflicto económico, que, hacia la disociación y destrucción.
“Por ejemplo, Tomas de Aquino fue uno de los intelectuales y teólogos más importante del siglo XIII. Cuando escribe la ‘Suma Teológica’, cita a dos musulmanes y un judío. ¿Hoy, que pensador o teólogo actual cita a un teórico musulmán? La filosofía de la Edad media, dejando de lado la mala reputación, es contraria a lo que a veces uno encuentra. Cuando nos acercamos a estos textos como investigadores nos damos cuenta que estos autores clásicos están en una búsqueda de la verdad y no les importa quién lo dice. Lo que importa es si lo que dicen es razonable. Y esta es una de las ideas a rescatar. Quizás es una enseñanza para nosotros que a veces no estamos dispuestos a dialogar”, sostiene O’Reilly.
Este intercambio de saberes también se refleja en la forma como se ha construido la idea del alma. O’Reilly, en su exposición mostró como Aristóteles es el autor más discutido en torno a la idea del alma humana, de tal manera que del estudio de su texto surgen varias escuelas de interpretación, hasta el punto de debatirse cuál es el verdadero Aristóteles.
Esto nos lleva a la conclusión que es muy difícil separar Oriente de Occidente de nuestras raíces culturales: “Venimos de allí, como de muchos otros lugares (Latinoamérica precolombina, África, etc.). Tenemos dos mil años de historia. Es un tópico que hemos olvidado e implica reconocernos como investigadores capaces de tener un diálogo con las problemáticas actuales. En ese sentido forma parte de nuestra investigación el ayudar a realizar ese juego, de estar en esa dinámica, colaborando en la amplitud de una concepción de la racionalidad de la filosofía. Al saber leer a los clásicos, los investigadores jugamos un rol principal: mostrar cómo los problemas de la filosofía actual están contenidos en la filosofía clásica”.