“Niños” se han presentado muchos, a lo largo de la historia. Unos más intensos que otros. Podemos recordar eventos de gran magnitud como los vividos en los años 82, 91, 97 y 2003, y que por su “fuerza” quedaron marcados en la memoria.
Las altas temperaturas y la falta de lluvias a finales de 2014 elevaron las probabilidades de ocurrencia del fenómeno en más de un 80% para el primer trimestre de 2015, según el Ideam. Y aunque en algunas regiones del país se presentaron lluvias esporádicas, la posibilidad de “un Niño” no se descartó.
Pero, ¿qué es el fenómeno de El Niño?, ¿por qué se origina? y ¿por qué fallan los pronósticos? La Comisión Colombiana del Océano (CCO), la Universidad del Valle y la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), realizaron la última semana de febrero, la Primera reunión del Comité Técnico Nacional para el Estudio del Fenómeno de “El Niño” (CTN-ERFEN) y el Primer Taller nacional para la capacitación y medidas de adaptación al evento “El Niño”.
En dichos eventos participaron expertos de la Universidad del Valle, de la Nacional, AUNAP, INDEMAR, WWF y el Ideam, entre otras entidades, que ayudaron a aclarar las múltiples inquietudes que sobre el fenómeno se tejen.
Contrario a lo que algunas personas piensan, El Niño no es un efecto del calentamiento global. Es un fenómeno meteorológico en el que se presenta un cambio en la temperatura de las aguas del Pacífico ecuatorial, en las denominadas zonas 3 y 4, afectando la parte norte del país, la región Andina y el norte de los Llanos Orientales.
El Pacífico absorbe una gran cantidad de calor del sol aumentando la temperatura de su superficie. Los vientos alisios, que soplan de oriente a occidente (de Colombia hacia Australia), van moviendo las aguas superficiales y cálidas hacia Indonesia, Oceanía y el norte de Australia, haciendo que el Pacífico Occidental sea alrededor de 50 cm más alto que el Pacífico Oriental.
Bajo condiciones normales estas aguas cálidas generan una alta evaporación y el aire cálido y húmedo se eleva generando las lluvias en esa región del globo. Mientras tanto en el Océano Pacífico central y sur oriental se produce un descenso de aire frío y seco, haciendo que esas zonas tengan bajas precipitaciones y facilitando que los vientos fríos que bordean las costas suramericanas condensen la humedad producida en las costas y selvas colombianas, introduciéndolas hacia el continente.
Pero cuando los alisios pierden fuerza el sistema se detiene (las aguas cálidas no llegan hasta la costa australiana) y por diferencia de altura, las aguas allí acumuladas se devuelven hacia el oriente, haciendo que los sistemas productores de lluvias se trasladen hacia la parte central y suroriental del océano, provocando precipitaciones cerca de la zona costera y escasez de lluvias al interior del territorio colombiano.
Los fenómenos ENOS (El Niño Oscilación Sur) son de carácter acíclico, pero recurrentes, con períodos de aparición de entre 2 y 7 años. Muestra de ello son los registros nacionales que lo sitúan en los años 41, 42, 54, 72, 77, 82, 87, 91-92, 97 y 2003, como lo aclara el profesor Emel Vega de la Universidad Nacional: “El evento ocurre hace muchos años, pero hace poco empezamos a registrarlo. A nivel mundial se tienen algunos registros desde 1800 y evidencias de su existencia desde 1567”.
Aparentemente, el nombre de El Niño fue acuñado por los pescadores del norte del Perú, quienes notaron la desaparición de los peces de la superficie oceánica debido al calentamiento de las aguas (disminuyen los nutrientes). Este comportamiento lo notaron en la época decembrina, y le dieron el nombre de El Niño, en relación con el nacimiento de El Niño Jesús.
“Lo que hacen los investigadores, cuando hay posibilidad de El Niño, es comparar la temperatura del Océano Pacífico con un promedio obtenido en los últimos 30 años, pero resulta que con el calentamiento global ese promedio se ha ido ajustando. Entonces, así como van apareciendo algunos fenómenos de El Niño desde el punto de vista histórico, también otros están desapareciendo”, sostiene Humberto González, asesor de la Unidad de Atención de Riesgos sobre Temas Climáticos. “Tanto El Niño como La Niña son fenómenos naturales, siempre han venido ocurriendo sino que antes no nos dábamos cuenta porque no teníamos datos ni observaciones en el océano”.
El problema científico
Una de las principales dificultades que presenta el evento es que no se puede decir con una exactitud del 100% si va a ocurrir. La ciencia del clima se basa en probabilidades, en la lectura y análisis de condiciones como la presión del aire, la temperatura superficial del mar, el comportamiento de los vientos y otros índices que ayudan a predecir la ocurrencia o no del fenómeno. Es, más bien, cuestión de probabilidades.
Al respecto Luis Alfonso López del Ideam, manifiesta: “Lo que hacemos es monitorear mes a mes la condición de la temperatura en el Océano Pacífico, y si esa acumulación de anomalías positivas por encima de 0.5 grados se da durante 5 meses consecutivos, podríamos decir que tuvimos un fenómeno de El Niño, pero siempre que hacemos proyecciones a futuro estamos hablando en términos de probabilidad y en ese orden de ideas no tenemos certeza para poder decir que vamos a tener un fenómeno de esa naturaleza”.
Otra de las dificultades que enfrentan los meteorólogos es la falta de información propia. “No tenemos acceso a la toma directa de la temperatura en el Océano Pacífico, si lo tiene la NASA y la NOA, con satélites meteorológicos, barcos y boyas. Ellos ponen esa información en internet y la gente la puede utilizar”, dice López.
El funcionario aclara que Colombia no tiene cómo hacer un monitoreo completo de las condiciones del Pacífico y por ello el Ideam se basa en la información suministrada por las entidades mencionadas. Lo que sí hacemos –confirma López- “es mirar con respecto a esos valores que nos han reportado, cómo ha sido el comportamiento del Pacífico con el clima local, del cual sí tenemos datos propios”.
Sumado a estas dificultades, Colombia vive una situación especial, pues el desarrollo del fenómeno en el país no solo lo condiciona el calentamiento del océano en las zonas 3 y 4, sino que el fenómeno es diferencial a lo largo y ancho del territorio nacional.
“Tenemos la oscilación del Pacífico, la oscilación de pentadecadal, que se distribuye entre 20 y 30 años, la oscilación del Atlántico norte, los sistemas de ondas tropicales que están asociados también a otras características meteorológicas… lo que sucede es que el Pacífico es la cuenca de agua más grande del planeta y como tal tiene mayor peso que las otras cuencas”, afirma Luis Alfonso López.
La gran conclusión de los expertos es que debemos definir a nivel interno cuál de las áreas de observación en el Océano Pacífico representa mejor el clima a nivel local; es decir, no se debería depender de la definición de terceros si no del cambio de la temperatura del Océano Pacífico en las regiones que nos afecta de manera más directa.
Para González, El Niño “es un fenómeno que en un momento dado puede afectar a todo el globo, o solo algunos países, sobre todo cuando el calentamiento es muy incipiente como el que tuvimos el año pasado y persiste aún”.
Por eso –asegura- ha sido bien complicado el manejo del fenómeno, precisamente debido a la ausencia de criterios nacionales. “Siempre tenemos la tendencia a esperar qué dicen los centros climáticos internacionales. Es probable que sí hayamos tenido señales de la influencia del fenómeno pero no las hemos podido definir exactamente debido a nuestras carencia de análisis”.
El Niño en Univalle
Tras el primer taller para la capacitación y medidas de adaptación al evento “El Niño”, la CCO manifestó plena satisfacción por la participación de diferentes entidades privadas, académicas y gubernamentales, y adquirió la tarea de articular y aunar esfuerzos entre dichas instituciones para construir un proyecto de país para el Fenómeno del Niño que permita tomar decisiones conjuntas con herramientas propias y adecuadas respecto a la predicción, prevención y mitigación de los efectos de futuros Niños.
“Es muy importante estar en la universidad porque los pregrados y posgrados que están en las regiones frente al océano deben tener una orientación al respecto”, dijo el Secretario Ejecutivo de la CCO, contralmirante Juan Manuel Soltau Ospina.
“Parece que los colombianos nos aferramos mucho al territorio terrestre y en el territorio marítimo tenemos menos avances, entonces queremos más naves, más turismo, más conocimiento e investigación, y eso solamente es posible con buenas bases desde la academia” concluyó.
Texto: Facultad de Ciencias Naturales y Exactas, Universidad del Valle