“No quiero sonar alarmista, pero no podemos tapar el sol con un dedo”. Así, escueto y contundente, se refirió a la situación del Valle del Cauca respecto a las medidas arancelarias transitorias dictadas durante la última semana por el gobierno ecuatoriano, el director del Programa de Comercio Exterior de la Universidad del Valle, Tulio Ferney Silva.
“El Valle no puede seguir vendiendo los mismos productos a los mismos socios”, sentenció. “Hay que buscar la complementariedad, diversificar socios y producción; socios a quienes venderle lo que producimos y que ellos no pueden generar; y, al mismo tiempo, planificar la transformación productiva para que estos productos tengan mayor valor agregado”.
El experto advierte sobre las medidas arancelarias del vecino país que, “como sucedió con Venezuela, y como se volvería a repetir en el futuro con otros socios o con otras circunstancias, producen efectos importantes, adversos, pero también generan escenarios de oportunidades que deben ser revisados con actitud proactiva, esfuerzos conjuntos y visión prospectiva e incluyente”.
“El Valle del Cauca tiene los plazos vencidos”, precisó. “Esta región es la tercera economía del país, y nos hemos creído eso por mucho tiempo, pero si revisamos el informe del Doing Business, con todo y las críticas que admiten los escalafones, se puede apreciar que ciudades como Manizales están mejor calificadas que Cali en cuestión de competitividad. Del ranking de 22, Cali ocupó el puesto 20, por debajo de Pereira y Manizales. Increíble pero cierto”.
Silva dijo que el peor escenario para Colombia, y el Valle del Cauca en particular, es el retiro de Ecuador de los Acuerdos Comerciales regionales como la Comunidad Andina de Naciones. “No nos conviene que se debilite este bloque comercial. Son preferibles las políticas monetaria y cambiaria antes que el retiro de Ecuador de la CAN”.
¿Cómo ha afectado las restricciones ecuatorianas al Valle?
Nosotros representamos poco más del 8% de las exportaciones nacionales; alrededor del 15% de ellas se dirigen a Ecuador, que es el segundo destino más importante de nuestras ventas al exterior. El encarecimiento de nuestras exportaciones por concepto de la restricción arancelaria significa que la industria azucarera y su encadenamiento, el café, el papel, las artes gráficas y la industria farmacéutica, que representan la mitad del valor exportado, sufrirían el mayor impacto; aunque es difícil calcular con precisión la disminución de esas exportaciones, se puede estimar que la reducción no sería de magnitud importante, al menos en el primer semestre del año. Los mayores efectos pueden evidenciarse en el segundo semestre.
¿Qué exporta el Valle hacia Ecuador?
Productos de la industria azucarera y sus conexas, el café, hierbas y especias, papel, artes gráficas e industria farmacéutica. Estos componen poco más del 50% de las exportaciones del departamento a ese país.
¿Las restricciones las afectarían?
Sí, lo que pasa es que todo hay que ponerlo en su dimensión. Una restricción arancelaria genera una coyuntura que, en el peor de los casos, se puede volver permanente. Si el gobierno colombiano no tiene éxito en su negociación con el hermano país, la probabilidad de los efectos negativos de la restricción será potencialmente mayor. Pero eso pasaría con Ecuador y con cualquier otro país que considere que puede ignorar los acuerdos internacionales de la OMC e imponer, en virtud de sus intereses nacionales, una restricción comercial.
¿En qué renglones de la economía se ha sentido el efecto Ecuador?
Bueno, es muy temprano para decirlo, pero con seguridad será especialmente sensible para el suroccidente colombiano, por las razones expuestas hasta el momento. De todas maneras, estamos en una etapa del año en que se empiezan a hacer pedidos, y por eso aún no se perciben efectos negativos. En importaciones los renglones más sensibles serán los de las materias primas; en exportaciones, la agroindustria.
¿Cuándo podríamos sentir el remezón?
Para el segundo semestre. Septiembre es un mes clave porque se identifican los pedidos de nuestros productos de exportación para la época de fin de año, que es particularmente dinámica. Si no se han alcanzado acuerdos de aquí a allá para conjurar esta coyuntura, los efectos más importantes los van a sentir principalmente los exportadores agroindustriales del suroccidente colombiano.
Ecuador está violando los tratados de la CAN ¿No ha sido torpe?
No creo que se deba calificar como una torpeza. Su intervención se fundamenta en razón de una protección que consideran necesaria. Otra cosa sería discutir si se trata de lo más adecuado para las circunstancias. Los acuerdos internacionales no son perfectos y empiezan a tener mayor frecuencia y efectividad hacia finales del siglo XX. A pesar del importante avance en términos jurídicos para los acuerdos internacionales, las acciones que unilateralmente afectan el comercio, como la que tomó Ecuador, pueden estar contempladas en medidas de salvaguardia, que son condiciones de excepción a un acuerdo en virtud de alguna justificación de peso. El Acuerdo de la Comunidad Andina de Naciones no presenta salvaguardias sobre el asunto que Ecuador quiere proteger, que es un tema de política monetaria y cambiaria que probablemente debe manejarse con instrumentos más idóneos, sin tener que asumir el costo de oportunidad del sacrificio de unas relaciones comerciales con un socio tradicional como nosotros.
¿Por eso echaron para atrás la medida?
Parcialmente. Ese fue el motivo que obligó a replantear el asunto. El levante de la medida es temporal. Ecuador está estudiando una nueva medida para aplicar, con un carácter más general para evitar violar el principio de la no discriminación, pero se han escuchado posturas fuertes desde el hermano país sobre la efectividad del acuerdo de la Comunidad Andina de Naciones. Es posible que la alternativa que se está estudiando pueda tener efectos más perjudiciales si se orienta en este sentido, pues no solo se afecta una dinámica comercial, sino también una posición de negociación en política internacional.
¿Qué cree que va a pasar?
Si la negociación da frutos, se recompondrían las relaciones comerciales, aceptando que el fenómeno de la devaluación en Colombia, y en el resto de la región en general, puede ser coyuntural. Si no, las medidas preferibles serían de política monetaria y cambiaria, pero como Ecuador tiene poco espacio para usar estos instrumentos, insistiría en el tema de restricciones arancelarias convencionales como las que se aplicarían en caso de no haber acuerdos; incluso, el retiro de Ecuador de Acuerdos Comerciales regionales importantes como la Comunidad Andina de Naciones. Este último sería el escenario más desfavorable para todos. A Colombia no le conviene que se debilite este bloque comercial.
¿Qué hará Ecuador en su momento?
Tal vez lo mejor es que revise el tema de su política cambiaria y monetaria para conjurar lo coyuntural. Hoy enfrentamos contextos internacionales con mucha más incertidumbre que en otras épocas. Las ideologías no están claras, tampoco los liderazgos. Perder posiciones de negociación en bloque en política internacional es arriesgar demasiado. Los bloques alternos que han surgido en los últimos años (ALBA, por ejemplo) surgen en momentos históricos muy particulares, y son muy cuestionados. La crisis que empezó en 2007 aún no se ha conjurado y la cautela es importante para no quedarse en la periferia en lo comercial y en lo político.
Esa política arancelaria convencional, como la que se aplica a un país con el que no se tienen acuerdos, ¿seguirá teniendo efectos negativos sobre el Valle del Cauca?
Claro, como toda medida que encarece artificialmente el valor del comercio mundial. Si bien representan un paso atrás en la senda de las negociaciones comerciales que hemos venido madurando desde mediados del siglo pasado, es una posibilidad real. Ya sucedió con Venezuela y de alguna manera lo hemos venido superando. Dejemos en claro que la adopción de medidas proteccionistas, preferiblemente arancelarias, es de utilidad provisional y selectiva.
¿Qué debe negociar el Valle?
Colombia, en general, debe propender porque se respeten los acuerdos internacionales. Eso, aunque complicado, debe ser el discurso que debe manejar Colombia. Recordarle al hermano país que las devaluaciones (sube en pesos el dólar) y las revaluaciones (cuando bajan) son transitorias, cíclicas. Uno no puede hacer sacrificios estructurales para resolver dilemas coyunturales.
¿Cuál es el consejo para el empresariado del Valle?
Dos cosas importantes: primero, conocer más sobre los acuerdos comerciales y las políticas; segundo, diversificar socios. En el primer caso, el empresario debe informarse mejor, no solo sobre el alcance de los acuerdos, sino también sobre los fenómenos que a diario determinan el clima internacional de los negocios. Situaciones como esta pueden suceder nuevamente en cualquier momento. En el segundo caso, buscar socios alternos permite reducir el riesgo inherente a la dependencia de pocos mercados. Buscar otros países como destino de nuestros productos nos da mejor manejo del riesgo.
Diversificar socios y productos, ¿esa es la salida?
En efecto. El Valle no puede seguir vendiendo los mismos productos a los mismos socios, especialmente cuando son economías tan similares. Hay que buscar la complementariedad, socios a quienes venderle lo que tenemos y que ellos no pueden producir; y, al mismo tiempo, planificar la transformación productiva para que estos productos tengan mayor valor agregado.
¿Qué productos?
Toda nuestra agroindustria es de futuro. Especialmente, los que generan encadenamientos, como el sector alimentos que es un buen referente (azúcar, confitería, molinería); papel y artes gráficas; productos químicos y farmacéuticos, por mencionar algunos. De otro lado, el renglón de los servicios se perfila como una oportunidad creciente en nuestra región, atrae inversión extranjera y genera empleo en renglones calificados de la mano de obra disponible. Se destacan en este último renglón la hotelería, el turismo, Software y los famosos BPO (Business Process Outsoursing) o servicios tercerizados (Call Center, por ejemplo), que se caracterizan por tener mayores contenidos en conocimiento y uso de tecnología.
¿Estas son señales de que tenemos que cambiar?
Así es. Tenemos los plazos vencidos. Hay que hacerlo ya. La cultura de los vallecaucanos no debe ser conformista y aceptar tan fácilmente la relativa tranquilidad de las engañosas zonas de confort. El Valle es la tercera economía del país, y nos hemos creído eso por mucho tiempo, pero si usted revisa el informe del Doing Business, con todo y las críticas que admiten los escalafones, puede apreciar que ciudades como Manizales y otras intermedias están mejores calificadas en cuestiones de competitividad que Cali. Del ranking de 22, Cali ocupó el puesto 20, por debajo de Pereira y Manizales. Increíble pero cierto. Es un informe que saca el Banco Mundial. Ese estudio es sobre preguntas que se hace a empresarios sobre más de 400 variables, y es una forma aproximada de percibirnos en materia de competitividad. Otras mediciones las hace el IMD en Europa o el Foro Económico Mundial. Y cuando las revisas todas, la conclusión final es la misma. El Valle del Cauca se ha anquilosado. Se quedó viviendo de las victorias pasadas y cultivando egos efímeros y pasajeros. Mientras tanto, las demás regiones han empezado a acortar ventajas. Por ejemplo, el caso de Barranquilla: ha hecho un proceso de apertura a las inversiones, y las ha invitado, las ha atraído. Ha llegado mucha inversión para hacer centros comerciales, hoteles y mejorar la infraestructura de conectividad con el interior del país, con mayor cercanía a un puerto que la que tiene Cali. A la vuelta de 15 años, va ser una de las ciudades líderes en el País, tal vez por encima de Cali. Una evidencia adicional: Barranquilla es la ciudad con la tasa de desempleo más baja del país. Más baja que el promedio nacional. La de Cali, por el contrario, es de las más altas.