Gracias al trabajo comunitario de los pobladores de El Cairo, norte del Valle, y con la participación de biólogos de la Universidad del Valle, la Corporación Autónoma del Valle del Cauca (CVC) avanza hacia la declaratoria de una nueva área protegida pública regional de cerca de 30.000 en la Serranía de los Paraguas, en los municipios de El Cairo, Versalles y El Dovio.
Según Juan Carlos Sandino, biólogo de la Universidad del Valle, la conservación en la Serranía de los Paraguas no ha esperado la declaratoria: la organización ambiental campesina Serraniagua estableció por su propia iniciativa, desde el 2001, una reserva comunitaria en el Cerro El Inglés, uno de los principales núcleos de biodiversidad de la Serranía y por donde pasaba una carretera hacia el Chocó. A la carretera se la tragó el monte y los antiguos predios ganaderos ahora son una reserva comunitaria de 800 hectáreas de bosques andinos, protegida de la ganadería extensiva y del avance de la colonización hacia el Pacífico. Es la mayor reserva no pública del Valle del Cauca.
Y así por toda la Serranía, nos relata Sandino: también en Versalles y El Dovio, durante los últimos 20 años organizaciones comunitarias, juntas de usuarios de acueductos veredales, redes de mujeres campesinas, instituciones educativas, grupos de niños y jóvenes, han protegido y reforestado cuencas, sembrado miles de árboles, promovido e implementado fincas agroecológicas y la transformación y comercialización de sus productos orgánicos y naturales, así como elaborado planes prediales para concebir y planificar las fincas campesinas como territorios de conservación.
Son ahora más de 60 reservas y fincas agroecológicas campesinas esparcidas por la Serranía y el llamado Corredor Tatamá-Paraguas (que incluye los municipios de La Argelia, Valle, y San José del Palmar, Chocó), lo mismo que decenas de juntas de acueductos veredales y organizaciones de productores agroecológicos. Son una minoría en medio de una ganadería que se mantiene y amenaza con expandirse de nuevo, en medio de miles de galones de agroquímicos promovidos por las federaciones, de cazadores furtivos y traficantes de orquídeas. Pero esta minoría de ambientalistas campesinos son quienes han recuperado, cuidado y conservado suelos, quebradas, ríos y bosques cuando nadie de afuera se acordaba de la Serranía de los Paraguas.
La importancia de esta región, declaró el experto a la Agencia de Noticias de la Universidad del Valle, es que allí se encuentran y se entremezclan dos de los biomas más megadiversos del planeta: el Chocó biogeográfico y los bosques de los Andes Tropicales.
De hecho, solo en dos lugares de la vertiente Pacífico de los Andes quedan conexiones de bosques bien conservados entre la Cordillera y la planicie. Uno es entre los bosques del Parque Natural Los Farallones de Cali hacia la llanura costera del Pacífico, y otro donde la Serranía de Los Paraguas conecta los bosques del PNN Tatamá con los bosques del bajo San Juan (Chocó).
La frágil conectividad remanente entre las selvas del San Juan y la Serranía de los Paraguas con los bosques altoandinos del Tatamá, se vio amenazada por los avances durante el siglo pasado de la ganadería extensiva sobre los bosques altos de los filos de la Serranía y hacia el Chocó. Ahora que son los últimos grandes relictos de bosques andinos y del Chocó biogeográfico, pequeñísimos frente a lo que queda en el Amazonas, pero que conservan una biodiversidad equiparable en lo única y múltiple.
La región Valle de la Serranía de los Paraguas viene siendo su límite, el que amortigua el avance de la frontera agrícola y ganadera. Por eso el área protegida a declarar será de uso múltiple, una que promueve la conservación de los ecosistemas y recursos naturales pero también permite prácticas productivas, ajustadas a las condiciones ambientales del territorio. En esa frontera se han encontrado, principalmente en solo dos sitios de muestreo, que ahora son reservas comunitarias, nuevas especies de anfibios (ranas y una salamandra), especies endémicas y amenazadas de aves y el carnívoro más raro de Suramérica: la comadreja colombiana.
La biodiversidad al interior de los grandes bosques y selvas de la Serranía de los Paraguas en el Chocó permanece ampliamente inexplorada, con la excepción de las expediciones del director del Herbario de la Universidad del Valle, Philip Silverstone (1982, 84 y 88) al mítico Cerro Torrá. Para documentar la riqueza de la Serranía de los Paraguas en su vertiente Valle del Cauca, y buscar su declaratoria cómo área protegida regional, en junio se llevó a cabo la “Expedición Frontera Serranía de los Paraguas”. En total, fueron 40 expedicionarios, entre baquianos, biólogos, ornitólogos, mastozoólogos y expertos locales en aves y árboles.
“Se hicieron muestreos de aves, anfibios, reptiles, mamíferos y plantas en localidades inexploradas biológicamente, con el objeto de caracterizar mejor la biodiversidad de la Serranía”, precisó Sandino, principal organizador de la expedición. Los resultados de la Expedición serán insumo para justificar su declaratoria y harán parte del Plan de Manejo de la nueva área protegida. También se espera hacer una amplia divulgación a la comunidad académica y universitaria.
INICIATIVA CAMPESINA
Hace 19 años, y por iniciativa de docentes y campesinos de El Cairo, se creó la Corporación Serraniagua, organización ambiental de base comunitaria que nace con el propósito de contribuir al desarrollo sostenible en la Serranía de los Paraguas. Comenzaron por diagnosticar y proteger las cuencas del municipio.
Iniciando este siglo, y ante el peligro que significaba el avance de la ganadería extensiva en la zona donde ya había bosques regenerándose, Serraniagua empezó a adquirir predios ganaderos en el Cerro El Inglés, un lugar de nuevas especies de ranas y aves endémicas de Colombia. Para ello debieron recurrir a rifas, venta de empanadas, mingas y otras actividades, con el fin de reunir el dinero.
“Esta es una zona de la geografía vallecaucana poco estudiada pero inmensamente rica”, señaló Sandino. Allí se encuentran innumerables especies de fauna y flora que son endémicas y de no protegerse desaparecerían de la faz de la Tierra.
Serraniagua, en principio, nació como una iniciativa para proteger el recurso hídrico pero pronto amplió su trabajo a la parte ambiental, social y productiva. En la parte ambiental, se trabajó en la el apoyo a prácticas agroecológicas, y en la creación de reservas privadas y de dos reservas comunitarias: El Inglés y también Galápagos, donde empieza la Serranía y nace el río Garrapatas.
Cerro El Inglés, considerado la reserva natural más grande del Valle del Cauca, se ha consolidado como destino de turismo científico y de observación de aves. Allí el visitante puede observar aves y anfibios que no se ven en otros lugares del país. Serraniagua ofrece al turista expediciones con guías y baquianos a la zona.
Sandino sostiene, sin embargo, que el tema es la conservación pero también el bienestar y autonomía de las familias campesinas.
“La conservación no debe impedir que puedan llevarse a cabo actividades productivas de escala familiar campesina”, aclaró, al tiempo que dijo: “Solo las comunidades rurales organizadas pueden hacer verdadera conservación, porque en las zonas rurales los más interesados en conservar el agua y los suelos y la naturaleza son los mismos campesinos”.
De hecho, en muchos lugares exuberantes en biodiversidad también hay gente. “La solución –sostuvo Sandino- no es desde un escritorio en Bogotá echar a la gente o planificar un territorio ajeno, sino apoyarles en desarrollar sus propias iniciativas de conservación y de construcción de territorios social y ecológicamente saludables. Organizada una comunidad, lo puede todo”.
URGE DECLARATORIA
Para la década del 60, El Cairo contaba con una población de 37.000 habitantes. Hoy solo hay censadas unas 11.000 personas. La guerra partidista –explica Sandino- hizo que muchos colonos –mayoritariamente liberales– fueran expulsados de la zona por la violencia conservadora.
“Esa violencia hizo diezmar la colonización liberal y cambió el modelo de uso y tenencia de la tierra: los grandes propietarios ausentes, a diferencia del colono, no trabajan directamente su tierra y buscan lo que les implique menos gastos: de ahí la ganadería extensiva o monocultivos de frutales, de alto impacto ambiental y poca demanda laboral. La caída de los precios del café y la falta de oportunidades locales para los jóvenes han agravado el despoblamiento”, aclara Sandino.
“La ganadería sobre los filos de la Serranía donde llegó tuvo que retroceder por los suelos húmedos de la niebla que viene del Pacífico”. De hecho, lo que antes eran potreros para el pastoreo de semovientes, hoy han sido recolonizados por la naturaleza y se han convertido de nuevo en zonas boscosas.
El temor de los habitantes de la región, que dependen para vivir de trabajar la tierra, es que en el municipio se sigan reubicando familias campesinas e indígenas víctimas del conflicto armado, manteniéndolas con subsidios y sin integrarlas a la economía agropecuaria del municipio ni al territorio.
“No hay soberanía alimentaria, la comida viene en la chiva de Cartago, pero hay créditos listos para insumos químicos y semillas modificadas”, precisa el biólogo univalluno.
Y agregó: “La ganadería extensiva, ahora con nuevos paquetes técnicos para sembrar pastos en los difíciles suelos de la alta Serranía, y siempre con ofertas de créditos desde los bancos, sigue siendo una amenaza sobre los bosques. La solución podría ser que los mismos ganaderos planifiquen sus predios, avanzando hacia modelos de ganadería de menor impacto ambiental e igual rendimiento”.
Pero de toda la Serranía de los Paraguas, en realidad, reconoce el biólogo, lo que se está protegiendo es una pequeña parte, pues el 75% de la Serranía de Los Paraguas está en territorio chocoano. Solo el 25% restante está del lado del Valle del Cauca.
“La función de esta nueva área protegida va a ser en gran medida amortiguadora, una forma de frenar el potencial avance de la ganadería extensiva y los monocultivos sobre los bosques de niebla de la Serranía, sobre los 2000 metros. Pero urge también pensar desde ahora en declarar, como área de conservación más estricta, la parte del Chocó, pues allí hay una presión fuerte de la minería ilegal y los cultivos ilícitos”.
Para ello, Serraniagua ya entabló contacto con Codecochó, con quien ya ha trabajado antes en San José del Palmar, y esperan impulsar el proceso. Durante años, los pobladores han hecho un trabajo ejemplar para conservar esta zona de importancia para el país: “Mientras ellos hacían esta labor, el Ministerio del Medio Ambiente miraba para otro lado”, declaró Sandino.
Hoy, gracias a esa labor, reciben ayudas internacionales y esperan que esta vez sí se apruebe lo de la zona protegida. Sandino sostiene que desde el 2005, la CVC viene adelantó el caso, pero lo dejó en el congelador.
“Declararlo zona protegida blinda áreas estratégicas contra la ganadería y la minería, contra cualquier injerencia particular frente a los intereses comunitarios”, aclara el biólogo, pero también lo dota de herramientas legales ante los entes gubernamentales y capacidad de gestión frente a universidades y organizaciones ambientales externas.
Para Sandino, la participación de la Universidad del Valle desde 1996 en la zona ha sido clave en este proceso. “Una gran cantidad de estudiantes han hecho salidas, cursos de campo, tesis de grado, registrando para la ciencia el hallazgo de nuevas especies de anfibios y orquídeas, y caracterizando su fauna y flora”.
La próxima semana, los expedicionarios entregarán a la CVC un primer avance con resultados de la expedición con el objeto de que haga parte de la documentación de soporte para la declaratoria de la nueva área protegida, la cual está a cargo del Consejo Directivo de esa institución, tras surtir la aprobación previa de instancias nacionales como el Instituto Alexander Von Humboldt para su declaratoria.
Seguramente antes de que acabe el año no se habrá dado la declaratoria, pero de darse –que es lo que esperan todos- el Valle del Cauca blindaría su territorio contra la expansión ganadera en dos de los bosques más ricos en flora y fauna del mundo, riqueza que serviría para promocionar a la región como destino de turismo científico y de naturaleza.
SERRANÍA DE LOS PARAGUAS
Es una formación montañosa que se desprende de la Cordillera Occidental y está conformada por una sucesión de cerros que marcan un límite natural entre los departamentos de Valle del Cauca y Chocó, y está delimitada al oriente por el río Garrapatas (Valle del Cauca) y por el occidente con el río Corcovado, afluente del río Ingará (Chocó). Los anteriores ríos hacen parte de la cuenca del río San Juan en la vertiente del Pacífico.
ZONAS MUESTREADAS
EL CAIRO: bosques de Miralindo y Cerro Morrón
EL DOVIO: En este municipio se muestrearon los bosques de las veredas La Lituania y La Pradera.
VERSALLES: Corregimiento de Puerto Nuevo en en cañón seco del río Garrapatas, y vereda La Palma en la Serranía.
EXPEDICIONARIOS
Departamento de Biología, Universidad del Valle:
Zoología:
Oscar Murillo, Ph.D.* (dirección científica)
Carlos Burbano*
Eliana Barona*
Juliana Bedoya*
Natalia Zapata*
Juan Pablo Sanchez*
Rodrigo Lozano Osorio*
Daniel Cardona Recalpe*
Luis Carlos Mora*
Jose Omar Ortiz*
Stephania Góngora*
Mohamed Altuwaee Alejo*
Laura Obando Cabrera*
Natalia Ferro Muñoz*
Duván Andrés García*
Botánica:
Santiago García-Revelo*
Luis Angel Saldaña*
Grupo de Investigación en Orquídeas, Ecología y Sistemática Vegetal
Universidad Nacional de Colombia, sede Palmira
Túpac Otero, Ph.D.* (dirección científica)
Jazmín Alomia*
Miguel Bonilla
Sergio Martínez*
Serraniagua:
Juan Carlos Sandino* (coordinación logística)
Cristhian Cardona (coordinación logística)
Guías expertos en naturaleza:
Yohany Gaviria
Johnnier Arango
Esteban Barco
Baquiano Cerro Morrón:
Nebardo Murillo (socio fundador)
Expertos en árboles:
Daniel Marín (socio fundador y Premio al Mérito Ambiental Cerro Torrá)
Joel Antonio Osorio (socio honorario)
UMATA El Dovio:
Enrique Echeverry (coordinación logística)
Versalles:
Joan Toro (coordinación logística)
Gustavo Duque (coordinación logística)
Corporación Biodiversa:
Álex Cortés*
Andrea Borrero*
Corpocuencas:
Sebastián Orjuela* (mastozoología y coordinación logística)
Andrés Giraldo*
Versalles
Johan Andrés Franco (coordinación logística)
Cerro Morrón, El Cairo
Rigoberto Marín (baquiano, acueducto de La Sonora)
Miralindo, El Cairo
Sigifredo Estrada (baquiano)
La Palma, Versalles
Joan Toro (baquiano)
Puerto Nuevo, Versalles
Alejandro (baquiano)
Lituania, El Dovio
Agudelo (baquiano)
La Pradera, El Dovio
“Morocho” Galán (baquiano)
*egresados y estudiantes de biología de la Universidad del Valle