Países como Irlanda y El Salvador son hoy liderados por personas que en su momento estuvieron en la insurgencia. Si bien hoy la gran mayoría de los colombianos no estaría de acuerdo con esta posibilidad, el país requiere caminar hacia la paz abriendo el abanico político para que los colombianos que hoy se enfrentan con las armas se puedan enfrentar democráticamente, expresó hoy el rector de la Universidad del Valle, Edgar Varela Barrios durante la sesión de cierre de la Cumbre Nacional por la Paz realizada en Palmira.
Destacó que se trata de cerrar la historia de ser el único país en América Latina que lleva 60 años en una guerra irregular pues ya no hay ninguna parte en este continente en donde se presente el fenómeno de la insurgencia y la contrainsurgencia con el saldo de miles de muertos, minas anti personal y destrucción de la infraestructura productiva y del terrorismo económico como método de lucha militar.
Si se quiere una paz duradera debe haber actores y partidos en las fuerzas políticas de oposición que tengan garantías de igualdad relativa para participar en los procesos electorales, recalcó.
Por su parte, el congresista del Partido de la U por el Cauca, John Jairo Cárdenas, quien participó en el conversatorio de cierre del evento, expresó que el conflicto armado colombiano representa el mayor desastre humanitario después de la Segunda Guerra Mundial. Recordó que el país ha hecho un esfuerzo sostenido y sistemático desde los años 80 en el gobierno de Belisario Betancourt por superar este conflicto en un movimiento entre negociación y confrontación lo cual ha vaciado de contenidos la política nacional en virajes desde el centro político a la extrema derecha.
Planteó que el respaldo popular y el fortalecimiento de la política y del gobierno son elementos clave para hacer más fáciles las negociaciones y dijo que el inicio de los acuerdos con el ELN con un enfoque nuevo que abra la discusión de la paz a la sociedad civil y acerque las negociaciones a la gente tiene un gran valor para el proceso de paz.
El rector Edgar Varela destacó que cuando el IRA negoció en Irlanda el proceso de paz con el gobierno de ese entonces nadie tenía claro qué era lo que sobrevendría después de acuerdo y señaló que en el caso colombiano también hay temores, la guerrilla teme que sus líderes sean asesinados y el gobierno teme que la guerrilla mantenga las armas y siga haciendo política armada, mezclando discurso y lucha armada.
Expresó que, si bien estos temores son fundados, es necesario superar para poder clarificar lo que será el posconflicto ya que no es posible una paz armada en la que la guerrilla de las FARC o del ELN presenten parcialmente sus armamentos una vez se firme el acuerdo de paz. “Una paz armada no tiene presentación ni espacio político en nuestra sociedad, pero una paz franca requiere garantías que no sean retóricas sino verdaderas”.
Para el directivo universitario, el acompañamiento del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y del gobierno de los Estados Unidos, ofrecen la garantía de que fuerzas internacionales no involucradas directamente en el conflicto, puedan contribuir el apaciguamiento y que no existan retaliaciones en las zonas afectadas por el conflicto.
Así mismo, dijo que el fin de la paz armada requiere el desmantelamiento de las bandas criminales. “En nuestro departamento las bandas asolan a municipios como Buenaventura, y expresándose bajo la forma criminal de la extorsión, y afectan muchas ciudades, incluyendo a Cali y a Palmira, donde el boleteo y el microtráfico de estas bandas generan gran impacto, muchas de las cuales tienen sus raíces en las antiguas autodefensas y tienen una gran presencia en el territorio” afirmó.
No es entonces un asunto fácil el lograr una paz sin armas. Todo el esfuerzo, todo el diseño institucional del acompañamiento de mediadores, de los negociadores del Gobierno y de los negociadores de la guerrilla, tiene que ir encaminado a cerrar el conflicto, de tal suerte que se construya una paz duradera, concluyó.