Tomado del Programa En Contacto de la Franja Universitaria de la Universidad del Valle
Para nadie es desconocida la importante relación emergente entre la ciudad y la adolescencia, pues de múltiples formas, especialmente este grupo poblacional, ha sido protagonista en diferentes momentos históricos de la ciudad y la región con hechos importantes y trascendentes.
Entre los más destacados están los relacionados con el deporte, la cultura, la ciencia, la tecnología, la ingeniería, entre otras, sin embargo, la ciudad ha experimentado los más complejos en temas de violencia juvenil, narcotráfico y prostitución, entre otros asuntos polémicos, donde se vincula a la población adolescente.
Entonces ¿Cómo ha pensado la ciudad el lugar de los jóvenes? ¿Qué agendas de política públicas se han planteado para los adolescentes en las últimas dos décadas? ¿Qué papel ha cumplido el municipio y el Departamento en la gestión de políticas sociales, orientadas a potenciar las capacidades de la juventud para aportar al desarrollo de la región?
Según el docente de la Escuela de Trabajo Social y desarrollo humano de la Universidad del Valle Bairon Otálvaro, trabajador social y magíster en políticas públicas, en el país se han venido desarrollando tres miradas sobre jóvenes: una en la que son vistos como sujetos protagónicos que participan en procesos políticos a medida que se les da el espacio; otra en la que se les asocia a prácticas violentas y criminales, para las cuales se formulan políticas reactivas y coercitivas, muy dadas a la idea de la seguridad, y una última en la que se les ve inmersos en las lógicas de la globalización y la competitividad: el joven debe ser un sujeto universal, con capacidad para interactuar en varios idiomas y de competir en varios ámbitos.
Bajo estas tres miradas se han venido construyendo una serie de programas, proyectos y políticas que no son claras en la ejecución de los gobernantes. Los gobiernos no saben si potenciar la dinámica protagónica de los jóvenes o si proponer políticas más reactivas, en pro de la convivencia y la seguridad o de otro tipo, para el joven competitivo.
¿Están interpretando las políticas públicas las nuevas dinámicas que los jóvenes generan?
“Uno de los problemas es que desconocemos qué tanta capacidad tenemos de escuchar esas dinámicas; el tiempo de los jóvenes es distinto al de los adultos, es como si viviéramos en un tiempo paralelo”, comenta el profesor Otálvaro.
Esto se refleja, según el docente de la Universidad Nacional Carlos Mario Perea, en el alejado camino que toma la institucionalidad del mundo de los jóvenes. En ese tiempo paralelo, las respuestas a las demandas llegan tarde o no incorporan los intereses de los jóvenes; como ha sucedido con las pandillas, por ejemplo, que han sido intervenidas de diversas maneras, pero como viven en un tiempo diferente al planteado por el mundo institucional, el trabajo se queda corto. Mucho más que una intervención, trabajar con estos grupos requiere pensar cómo se configura el problema de la identidad y el sentido de pertenencia, además del poder sobre el territorio. Desde las políticas públicas se deben trabajar esos conceptos, como punto de partida.
Ya hay valiosas iniciativas sobre el tema, como las implementadas en la década del 2000 en Medellín y Bogotá, en donde, a diferencia de Cali hay una base de institucionalidad sobre tema de jóvenes, en pro del desaprendizaje de la violencia.
Cali tiene el trabajo de configurar una base conceptual e investigativa para la formulación de políticas públicas para jóvenes, apoyándose en los desarrollos institucionales ya construidos en otros gobiernos locales.
La tarea tiene muchos desafíos, tanto para el gobierno como para las ONGs que trabajan con jóvenes, pues según Planeación Nacional la población seguirá creciendo y habrá mucha población joven:
Según el profesor Otálvaro, la institucionalidad debe tener visión comparada de la realidad de los jóvenes, no una exclusivamente local; la políticas públicas se construyen desde lo local con una perspectiva nacional e internacional. Así podemos tener una idea de hacia dónde van los jóvenes
También se debe avanzar en estudios que planteen una lógica más transversal. Cuando se habla de adolescencia y de adultez se debe observar qué hace un preadolescente para llegar a la adolescencia, luego a la juventud y a la adultez; cómo sale del colegio, cómo entra a la universidad, como sale de ella; cuáles son los dramas y conflictos antes y después, cómo se le garantiza un empleo digno, etc.
A Cali le hacen falta trabajos serios sobre dinámicas de conflicto, territorio y violencia, definir qué procesos conflictivos se viven y cuáles han estudiado e incorporar nuevas estrategias para pensar este problema.
“Por otra parte, necesitamos pensar en la potencialidad y la capacidad de oportunidades que los jóvenes tienen; cuáles son las oportunidades que ofrece la sociedad, que no solo piensa en la juventud. Incorporar la perspectiva de género también es una tarea debida”, añade el docente.