Foto: Gustavo Alvarez Gardeazabal
Hoy, hace exactamente 75 años, la Asamblea del Valle aprobó la fundación de la primera Universidad que tuvo Cali. Por alguna razón que tiene que ver con el sentido feudal que prevalecía entonces en la sociedad vallecaucana y que todavía rige a su clase empresarial, la educación no debería brindarse a los estratos sociales inferiores porque traería descontento y rebelión futura, entonces a ella sólo podían aspirar quienes pudieran costearse los estudios en Popayán, Bogotá o Medellín, y hasta antes de la segunda Guerra Mundial, algunos muy ricos que podían hacerlo en Estados Unidos o en Europa.
Bogotá había tenido universidades desde entrada la colonia, amparadas todas ellas en las sotanas de las comunidades que acompañaron a los españoles cuando nos conquistaron o colonizaron. Popayán había fundado la suya la 'Universidad del Cauca' en 1827, y por ella ya habían pasado docena y media de presidentes de este país; Medellín había fundado la 'Universidad de Antioquia' en 1803 y si bien no había educado tantos presidentes, atesoraba un prestigio que atraía como imán; el Valle, que cultural y políticamente había sido una parte del acrisolado Estado del Cauca estaba muy joven como departamento y muy apegado al dominio económico de 14 o 15 familias latifundistas desde antes del censo de Carlos lll.
Terminada la guerra, un hombre con visión extraña para el medio, Don Tulio Ramírez, acompañado tan solo de su eterna secretaria Doña Elba Leonor Ortiz Casas, y fundamentado que había sido rector del 'Instituto Industrial Antonio José Camacho' se dio a la tarea de fundar una universidad de verdad, que preparará a los vallecaucanos para el nuevo orden mundial que al final de la guerra decretaban. Fue el Doctor Severo Reyes Gamboa el diputado ponente y Don Tulio el primer rector, de allá a esta fecha la Universidad del Valle ha hecho historia sobre sí misma y la región.
Quienes hemos tenido el privilegio de haber estudiado en sus aulas, de haber sido docente en ellas, de haber presidido su Concejo Superior y de haber recibido el doctorado 'Honoris Causa' envuelto en sus colores rojo y blanco, sentimos hoy una inmensa satisfacción, y como es de esperarse a mi edad, una onda melancolía por haber sido testigos y actores de muchos momentos que años tras año, ladrillo tras ladrillo, permitieron identificarla y marcar su influencia con caracteres indelebles. Muchos han hecho mucho por ella, algunos la llevarán a la cúspide trayendo por varios años la ayuda de la Fundaciones de Rockefeller y KELLOGG, permitiéndonos gozar de profesores de altísima calidad; otros se ingeniaron fórmulas de financiación como la mitológica FES; los menos hemos hecho novelas con sus espacios y con sus personajes, obligado a estudiosos de Europa, Estados Unidos y China a hurgar en sus elementos constitutivos para explicar y entender lo que allí contamos.
En su honor y por su eterna Gloria, elevó la copa del mejor champagne para brindar desde el enchuspamiento por mi Universidad, por la del Valle.
Gustavo Álvarez Gardeazabal
Crónica No.83 de un enchuspado